Escrito por:

Luis Fernando Cardona Mora
Psicólogo.

Especialista en Salud Ocupacional, Gerencia y Control de Riesgos; Especialista en Gerencia del Talento Humano; Especialista en Planeación y Gestión Estratégica, Magister en Educación; Practitioner of NLP; Consultor en SST y Riesgo Psicosocial.

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El autocuidado se puede definir como el desarrollo de habilidades personales y cambios en el estilo de vida que generan una autonomía y permiten retrasar la morbilidad, contribuyendo a mejorar la calidad de vida1*; uniendo este concepto con el de Cultura, entendida esta última como “…valores y costumbres en el que tiene lugar el comportamiento…2*”, se podría generar un resultado que la Organización Mundial de la Salud (OMS), denomina los estilos de vida saludables.

Para este importante organismo internacional, los estilos de vida son los patrones de comportamiento con características individuales, sociales, económicas y ambientales que conducen a la salud y cuyas intervenciones deben ir dirigidas no solamente a los individuos sino a las condiciones de vida socioeconómicas y ambientales 3*.

Es importante anotar que el informe Lalonde del año 1974, mostró como los gastos federales de Canadá, se estaban enfocando en la asistencia sanitaria (90 % del gasto sanitario), cuando la mayoría de las muertes se ocasionaba por los factores restantes: estilos de vida (43 %), por la biología humana (27 %) y por el medio ambiente (19 %) 4*.

Esto generó en Canadá, y posteriormente a la mayoría de los sistemas de salud del mundo, la motivación fundada en la seriedad de dicho estudio, para cambiar el enfoque de la salud desde uno puramente biológico a uno bio-psico-social, priorizando la promoción de la salud y la prevención primaria, consistente esta última, en eliminar los factores que puedan causar lesiones, antes de que sean efectivas.

El informe Lalonde, permitió que los Sistemas de Salud del mundo volvieran “sus ojos“ a la prevención de la enfermedad por encima de la sanación y también darle su lugar merecido de importancia a la promoción de la salud, la cual se define como “el proceso que permite a las personas incrementar el control sobre su salud para mejorarla, estudiando las formas de favorecer una mejor salud en la población 5*”.

Un panorama así, se constituye como la estrategia más efectiva para reducir los onerosos costos en atención hospitalaria, aunado además al incremento en la esperanza de vida, la cual genera mayor longevidad a nivel mundial y trayendo este ciclo vital de la vida (la vejez), enfermedades que podrían denominarse crónicas o de larga duración y/o de progresión lenta, como las de tipos cardiovasculares, respiratorias, osteomusculares y psicosomáticas, entre otras.

Por consiguiente, la promoción de una cultura del autocuidado se constituye en la mejor estrategia para permitir a las personas incrementar el control sobre su salud y mejorarla; esto sugiere la adopción de una actitud dinámica en la promoción de estilos de vida y prácticas saludables.

Nuestra  motivación para vivir, se da en gran parte por la calidad en nuestra salud, que a su vez es definida en un grado significativo por los hábitos beneficiosos que poseamos al llevar un estilo de vida sano, propio de una cultura del autocuidado, los cuales son una Alimentación balanceada, el aire de buena calidad, (aprender a respirar por el diafragma a través de la meditación y la relajación), la ingestión suficiente de agua, tomar el sol en proporciones adecuadas, el ejercicio físico asesorado inicialmente por un profesional de las ciencias del deporte y la recreación para evitar lesiones dolorosas, reposo de calidad y suficiente, además de la abstinencia de consumo de tóxicos, como el cigarrillo,  el exceso de alcohol y por supuesto drogas ilícitas, además de una buena disposición mental a través de la meditación y relajación. Particularmente las técnicas del Instituto médico de sofrología de España, son efectivas para meditar, sin demeritar por supuesto otras aproximaciones.

La Alimentación es el hábito que más influye en nuestra salud, no sólo el tipo de comida, sino también el momento y la forma de tomarla, pues afectan decididamente nuestro organismo. No se pretende sustituir con estas líneas el ejercicio de la ciencia de la Nutrición y Dietética, la cual el autor de este artículo aconseja profundamente utilizar, asistiendo a consulta con este profesional.

Es de anotar que el artículo 2.2.1.2.3.1. del Decreto 1072 de 2015, emanado del Ministerio del Trabajo Colombiano, expresa la necesidad de que las organizaciones destinen horas para actividades recreativas, culturales o de capacitación, quedando claro al tenor de esta normatividad, la importancia que, para el Sistema de Gestión de la Seguridad y Salud en el Trabajo, tiene la adopción por parte del aparato productivo la instalación de una cultura del autocuidado.

Por último, el pensamiento de Richard Bach, en su libro Ilusiones, nos recuerda que la cultura del autocuidado es un proceso para cultivar semillas de amor a nosotros mismos, en el terreno de nuestras vidas: “Nunca te conceden un deseo, sin antes también concederte la facultad de convertirlo en realidad”6*, siendo el deseo de todos tener una buena salud y para esto debemos luchar por convertirlo en realidad.

  1. Restrepo H, Málaga H. Promoción de la salud: Cómo construir vida saludable. Bogotá; Madrid [etc.]: Editorial Medica Panamericana; 2006.
  2. Keith D. et al, Comportamiento Organizacional. Décima Edición, Editorial McGraw Hill.
  3. Organización Mundial de la Salud. Promoción de la Salud Glosario. Ginebra: OMS; 1998.
  4. https://es.wikipedia.org/wiki/Marc_Lalonde, consultada el 4 de agosto de 2020
  5. https://www.who.int/features/qa/health-promotion/es/
  6. Bach R. Ilusiones. Editorial Dell Publishing Co., Inc. 1977.

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