Escrito por:

Gloria Morgan – Vicepresidenta de Promoción y Prevención
Positiva Compañía de Seguros


Una gestión POSITIVA, preventiva y alineada con los cambios mundiales

El mundo del trabajo presenta transformaciones, han surgido nuevas tecnologías y procesos productivos con riesgos emergentes, las condiciones y formas de organización del trabajo se diversifican, las competencias laborales son otras, el perfil en edad y género de la fuerza de trabajo sufre mutaciones, se expande la informalidad y la migración es altamente representativa.

La economía afronta momentos de crisis y hay preocupaciones por los cambios climáticos y el deterioro de los recursos naturales, surgen desafíos, siendo necesario desarrollar o fortalecer las estrategias y acciones para la promoción de la salud y la prevención de los riesgos laborales, ajustados a la situación que vive cada país.

Se estima que en este panorama las condiciones laborales y la calidad del trabajo desmejora, suscitando incertidumbre ante los recortes de personal o los modelos de contratación, mayor exposición a los peligros, negligencia o abandono en la aplicación de la normatividad y algunas organizaciones tomarán la decisión errada de restringir los recursos para gestionar la seguridad y salud en el trabajo, pudiendo desencadenar un aumento en los accidentes, las enfermedades laborales y las muertes.

La Organización Internacional del Trabajo – OIT destaca cómo la naturaleza de las enfermedades laborales se ha modificado, asociado a los cambios tecnológicos, sociales y económicos, de forma tal que van en aumento patologías como los trastornos músculo esqueléticos y los trastornos mentales. Este organismo reconoce que se ha avanzado en el modo de abordar las enfermedades de origen ocupacional, pero es necesario robustecer la capacidad de prevención en el marco de los Sistemas Nacionales de Seguridad y Salud en el Trabajo. Se calcula que cada año se producen 160 millones de casos de enfermedades no mortales relacionadas con el trabajo (enfermedades en donde el trabajo es una causa contribuyente) y que anualmente los accidentes de trabajo y las enfermedades laborales causan más de 2,3 millones de muertes – 2 millones por enfermedades laborales y 350.000 por accidentes de trabajo (OIT, 2013 -2014).

Por su parte, La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que en el 2009 más del 10% de todos los años perdidos por discapacidad correspondían a casos de desórdenes músculo esqueléticos y la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo – OSHA señala que algunos estudios indican que el costo de los DME de miembro superior se encuentra entre el 0,5% al 2% del PIB.

Es necesario tomar acción, más aún si se tiene en cuenta que, la OIT reporta que los trabajadores ocupan casi la mitad de la población global y los costos directos del tiempo de trabajo perdido por causa de las enfermedades laborales y los accidentes de trabajo registrados, equivalen al cuatro por ciento del Producto Interno (PIB) mundial.

La salud y seguridad de los trabajadores es un elemento fundamental para asegurar la productividad y el desarrollo de los países, no considerarlo implica inhibir el crecimiento económico. Se ha de tener en cuenta que la promoción de la salud es un requisito de las prácticas éticas corporativas, ampliamente discutido y definido en el Acuerdo de Bangkok para la Promoción de la salud en un mundo globalizado (2005) y en la Declaración de Seúl sobre Seguridad y Salud en el trabajo (2008), en donde se afirma que un ambiente de trabajo seguro y saludable es un derecho humano fundamental.

Son múltiples los estudios y publicaciones dedicados a argumentar los beneficios microeconómicos centrados en la rentabilidad de la gestión preventiva de las empresas y macroeconómicos, ligados a los aspectos económicos de las acciones del estado y su impacto sobre la sociedad, convirtiéndose en un activo estratégico.

Las evidencias demuestran como las empresas preocupadas por la responsabilidad social empresarial, que promueven y protegen a los trabajadores, son organizaciones exitosas, con mayores tasas de motivación, confianza y productividad de los trabajadores. Es bien merecido su reconocimiento y buena reputación, dada la contribución social y económica que hacen, convirtiéndose en empresas diferenciadoras, que aseguran su sostenibilidad, siendo las empresas competitivas del futuro.

La relación entre la calidad de vida en el trabajo y los resultados económicos de las empresas son evidentes, una empresa preocupada por la seguridad y salud de los trabajadores tiene impactos positivos respecto al ausentismo, la rotación del personal (costos asociados a la selección y formación), la cotización en riesgos laborales, la producción y por su puesto en el control de la siniestralidad. Está perfectamente documentado, que invertir en seguridad y salud en el trabajo es muy rentable para las organizaciones.

De acuerdo con estudios sólidos realizados en 2011 y 2013 por la Asociación Internacional de Seguridad Social AISS, en diecinueve países y con la participación de más de trescientas empresas, se demuestra que un empleador que invierte 1 euro en medidas preventivas en los lugares de trabajo, puede obtener una rentabilidad de hasta 2,2 euros al año, por trabajador; es decir que el factor de rentabilidad es de 1:2,2 (Retorno sobre la Inversión ROP).

El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 8 de las Naciones Unidas, para 2030, considera la promoción del crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos, teniendo como una de sus metas, proteger los derechos laborales y promover un entorno de trabajo seguro y protegido para todos los trabajadores, incluidos los migrantes, en particular las mujeres y las personas con empleos precarios. Para tal fin, y como indicador de la calidad de la protección ofrecida para la prevención de los accidentes de trabajo y las enfermedades laborales, es indispensable que los países mejoren su capacidad para recopilar y procesar los datos de seguridad y salud en el trabajo, con propósitos preventivos, de modo que permitan detectar nuevos peligros y riesgos emergentes, identificar sectores peligrosos, así como propiciar la formulación de políticas, planes y estrategias.

De esta forma, en el plano nacional, es necesario desarrollar e implementar a partir del diálogo social entre el estado, los empleadores y los trabajadores, políticas, programas y líneas de acción pertinentes; mejorar el sistema nacional de notificación, recopilación de datos y análisis de los accidentes de trabajo y las enfermedades laborales; documentar y divulgar experiencias exitosas de buenas prácticas en seguridad y salud en el trabajo y su impacto. Es preciso movilizar y promover el trabajo decente y la cultura de la seguridad y salud en el trabajo, ampliar la cobertura de la población vulnerable, prever el desarrollo económico y sostenible.

Así mismo, los países deben analizar la normatividad que se debe fortalecer, basados en directrices y acuerdos mundiales en seguridad y salud en el trabajo, aunar esfuerzos regionales e internacionales y aprovechar el conocimiento técnico-científico para avanzar. Es responsabilidad de todos, contribuir para que la gestión en promoción y prevención de los riesgos laborales ocupe un lugar protagónico que garantice un mejor futuro para las empresas, la sociedad y la economía mundial.

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