Escrito por:

Rafael Ruiz C.
Secretario General del Consejo General de Relaciones Industriales y Ciencias del trabajo


UNA PERSPECTIVA GLOBAL

El presente texto dista mucho de ser un artículo científico o académico. Solo pretende trasmitir la visión de una persona que lleva dedicada, primero a la Seguridad e Higiene en el Trabajo (aplicando técnicas reactivas), luego a la Prevención de los Riesgos laborales (implantando técnicas preventivas) y por último a la Seguridad y Salud en el Trabajo (propiciando bienestar y satisfacción laboral), desde hace ya algunos años. He de decir, no sin cierto rubor y orgullo, que esta visión prácticamente abarca casi toda mi vida profesional y comenzó allá por los años ochenta (1980) y dura hasta nuestros días.

Durante todo este tiempo he podido ser testigo de la evolución que han experimentado estas disciplinas, y aunque no voy a justificar estadísticamente estas opiniones, ya que no es el objeto de este artículo, observo que a medida que avanzan los años cada vez hay más trabajadores protegidos y cada día se avanza más en la disminución de los accidentes de trabajo y las enfermedades profesionales. Extremo que corroboran las tendencias positivas de los indicadores en seguridad y salud laboral, cuando se analizan periodos amplios.

Como en todas las actividades humanas se van produciendo avances y retrocesos que se representan como dientes de sierra en nuestros cuadros de mando, mediante los que visualizamos su evolución positiva o negativa, que hacen que podamos entender estas estadísticas como cada vez más halagüeñas.

Desde tiempo inmemorial, el trabajo ha transformado y sigue transformando el mundo, a la vez que ha configurado la sociedad moderna y representa la principal fuente de riqueza material y social; sin embargo, a causa del trabajo mueren, enferman o quedan inválidas de por vida millones de personas todos los años por accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. También hay que mencionar que aunque menos visibles, el trabajo también es causa de insatisfacción, sufrimientos, fatiga y desgaste de la salud de los trabajadores.

Los años de vida descienden según el trabajo sea más penoso, se trabaje durante más tiempo o se esté expuesto a mayores riesgos. Pero no es menos cierto, que desde la creación de los sistemas de previsión social en los albores del siglo XX, (que nacen en Alemania en 1883 por el Canciller Otto Von Bismarck, como “Ley del Seguro de Enfermedad”, y en España con la promulgación de la Ley de Accidentes de Trabajo, de 30 de enero de 1900 –la celebrada Ley Dato– que ha sido considerada “la primera disposición que se dicta en España regulando el accidente de trabajo, creando el Seguro para el mismo y adoptando frente a la doctrina de la culpa, hasta entonces imperante, la doctrina del riesgo profesional»), se ha pasado de una esperanza de vida media global de 55 años, a la actual esperanza de vida en el mundo de 74 años. Este incremento exponencial de casi 20 años de la esperanza de vida de los habitantes del planeta en un siglo, se debe sin duda alguna, a las evidentes mejoras en las condiciones de vida, los avances medico-sanitarios, las mejoras en las condiciones del trabajo, la educación universal, la potabilización del agua, la canalización y depuración de las aguas fecales, los sistemas de bienestar social, etc.; etc.; en definitiva a los avances en todas las áreas de la ciencia y la tecnología.

Si bien los avances tecnológicos aplicados a la actividad productiva han eliminado antiguos riesgos para los trabajadores, éstos han originado otros nuevos. Así, la utilización masiva de maquinaria ha reducido la carga física, pero las nuevas tecnologías y la nueva organización del trabajo han aumentado los riesgos posturales y la carga mental. La producción continua y la utilización de nuevas sustancias y nuevos materiales originan riesgos desconocidos para la salud del trabajador, que sufre una exposición permanente y masiva a los mismos.

Los rápidos cambios en las tecnologías, la intensificación en los ritmos de trabajo y las demandas de mayor productividad y rapidez en la adaptación del trabajador generan estrés físico y mental.

Esta rápida reflexión sobre la evolución de las condiciones de trabajo y de su influencia en la salud de los trabajadores nos permite comprender que lo que era tolerable hace unos pocos años, hoy ya no lo es, ni laboral, ni socialmente. Y aunque lamentablemente, aun tengamos que seguir combatiendo a empresas y empresarios que lo anteponen al principio elemental de la eliminación y la prevención del riesgo en el trabajo el principio del beneficio económico inmediato, cada día la cultura preventiva, la conciencia social, las legislaciones y el poder coercitivo de los estados hace que empiecen a no ser rentables estás prácticas.

Este cambio en la cultura preventiva —siendo aún insuficiente— ha tenido como protagonistas a los trabajadores, que son los que mayoritariamente pierden la salud en el trabajo, a las organizaciones sindicales y patronales, a las organizaciones nacionales e internaciones, etc., en definitiva a todos los agentes sociales que participan en el mundo de las relaciones industriales unidos en un ideal común de mejorar las condiciones de trabajo y la erradicación del accidente de trabajo y la enfermedad profesional como consecuencia de la falta de medidas preventivas.

Asimismo, cada vez deberá prestarse mayor atención a la detección, prevención, control y tratamiento de las enfermedades derivadas del trabajo, especialmente de aquellas que, como el estrés, pueden ser de origen laboral, pero también no laboral.

Las tendencias actuales de cambio que han modificado el contexto organizativo (hoy a diferencia de otros tiempos, se puede trabajar casi en cualquier sitio), contextos demográficos revolucionarios por una mayor incorporación de las mujeres al trabajo, envejecimiento de la población activa, la diversidad intergeneracional en las empresas, etc., como en la ocupación (una proporción creciente de los trabajadores está en el sector servicios), auguran de cara al futuro, la emergencia de un nuevo marco preventivo por la aplicación de las nuevas tecnologías, nuevos procesos, nuevas condiciones organizativas en la que sin duda tendrán una importancia cada vez mayor de los riesgos ergonómicos y psicosociales frente a los tradicionales, que estarán fundamentalmente ligados a los nuevos avances que, como en el caso de las nanotecnologías y partículas ultra finas, la robotización, la implantación de la nuevas tecnologías de la comunicación y la informatización, la utilización masiva de las bigdata, etc., pueden incrementar diversos tipos de riesgo que se traducirán en lesiones profesionales poco conocidas y por lo tanto, sin prevención en la actualidad.

En definitiva, tenemos que estar muy atentos a los que algunos conocemos como el T4.0 (Cuarta revolución industrial), que gracias a la globalización se está acercando como un tsunami silencioso y que a muy corto plazo afectará de forma masiva a nuestros sistemas productivos y de relaciones industriales y laborales, generando problemáticas totalmente nuevas y que ya han sido anunciadas en distintos foros y para las que no tenemos respuestas en estos momentos.

Para concluir, quisiera que esta exposición sea una llamada de acción para que aunque cambien nuestros paradigmas preventivos, sigamos aprovechando todos los recursos que tenemos a nuestra disposición para mantener las actuales tendencias en orden a que se reduzcan o eliminen las situaciones de riesgo y se evite que el trabajador sufra, enferme o pierda su vida a causa del trabajo.

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